Anduvimos, disfrutamos del camino, convivimos, nos tomamos nuestras tapitas en el camino como esta mandado y, después de pasar por el Rocío, llegamos a la playa.
Después de
comer donde cada uno cada uno quiso, y algunos anduvieron todavía más para ir a
donde querían, descansamos en variopintos lugares.
La vuelta fue
tan segura como la ida.
Felicidades a
todos.
¡ Por cierto, mientras el amigo Pepe Luis descansó con una
buena siesta en casa de Antonio, otros se bañaron en su piscina ¡